De extrañamientos y gratitudes

“La noche del polizón”
Andrea Ferrari |  Grupo Editorial Norma Zona Libre

Karmo Dwala –con ayuda de la comisión de refugiados, con el entusiasmo de Dalma- ha logrado que la Cruz Roja ubique a Momo, su hermanito, que sigue en Liberia, en Monrovia, del que se separó abruptamente una trágica tarde en que un grupo de insurgentes llegó, incendió el pueblo, sembró el terror…
Mientras aguarda que esa comunicación –anhelada por cinco años- se produzca, repasará su historia. La ha anotado obsesivamente en un cuaderno, igual que cosas del vocabulario, y recetas, como le recomendó Gustavo, su profesor de castellano. ¿Qué contarle a Momo -que si él tiene diecisiete, debe tener doce-, para no asustarlo. En la tensión de la espera –el teléfono debe sonar ahí, en casa de Gustavo- revive la huía de días y días, confiando sólo en sus piernas. La llegada al puerto de una ciudad de otro país africano. La decisión de embarcar como polizón con Sekou, para ir a “América”, un país rico donde se habla inglés, que él maneja rudimentariamente. La horrorosa travesía en el hueco que deja el gran eje del timón. El hambre, la sed, el frío… las tempestades crueles, la fiebre, el delirio. El desembarco en un país equivocado y la muerte del amigo. ¿Podrá relatarle todo a Momo?. ¿Contarle de la soledad de la vida de un refugiado, negro en un país de blancos y por lo tanto blanco de todas las miradas?. No. Mejor hablarle de la solidaridad de Dalma, de Gustavo, de su historia con Lucía, lo más parecido al amor desde que perdió tan temprano a papá –maestro de la aldea- y a mamá y su voz cantarina esa tarde de la huida. Mejor confiarle que se puede ir a la escuela y aprender el idioma, que aunque se trabaja en negro, se puede confiar en que un día un negro trabaje “en blanco”…
¿Se podrá concretar la llamada? ¿Serán más claros los días de Karmo?. Leer este Zona Libre, porque trata de otro tema “perturbador” que la literatura para jóvenes aborda con valentía y con belleza sustantiva.

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Con cadencia y hondura de saga

“Una casa de secretos” 
Paula Bombara SM |  El Barco de Vapor Serie Roja

 

La vida de los De Vitta da un vuelco el día que reciben la encomienda, la carta, los pasajes.
La encomienda es una enorme caja de madera que contiene una casa de muñecas. Es maravillosa: sus ambientes, mueblecitos, vajilla, juguetes, lencería, cortinados, ornamentación, todos réplica en miniatura de la casa de su primera dueña, invitan a jugar horas y horas, a cualquier edad. La carta –que viene de París- es un puente que une a Alejandro y familia con sus ancestros franceses. La envía –igual que la casa y los pasajes- Charlotte, última sobreviviente de la familia que formó Odile Rivet en la bonita Arlés (sí, la que eligió Van Gogh para pintar… y algo tiene que ver en esta saga). Charlotte heredó la casita, la serie de diarios y los bienes de su abuela, Odile. Cuando siente que la muerte es casi una certeza, decide vincularse con los únicos parientes vivos en Buenos Aires, después de organizar casi obsesivamente el destino de los bienes y de los secretos más hondos de su adorada abuela, una mujer valiente que sobrevivió a dos guerras, a la pérdida de esposo, amigos, un nieto cuya desgraciada muerte desencadenó el exilio de los bisabuelos de Alejandro, nieto de la prima hermana de Charlotte. Los pasajes son el último intento de un encuentro que será apenas una mirada de despedida.
Alejandro y Erica viajan para disponer del legado de la anciana, para develar- con ayuda de los viejos amigos de Charlotte, en París, y de la contribución de la tía Luz y los mellizos Julián y Magalí, que colaboran desde Buenos Aires- algunos misterios hondos de Odile, y para volver iluminados con algunos rastros –hojas sueltas de los diarios destruídos por voluntad de su autora- de la primera propietaria de esa joyita que es la “casa de secretos”.
La historia de Odile Rivet se desgrana lenta, por décadas, a partir de la lectura de sus diarios. La de los descendientes transcurre en dos ambientes: Buenos Aires y París, y también se hilvana en un registro de experiencias para un Taller de cine que está haciendo Julián, y en el diario de Magalí, que continúa la tradición familiar de dejar huellas de los eventos en esta forma de rescate tan íntima, tan tibia, tan seductora.
Qué decir: la recomiendo con encomio. Desde los doce. Con el encanto de las historias con secreto y con nostalgias.
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Más Bodoc, alumbrando la maravilla, confidente de sus mejores criaturas

“Oficio de búhos”
Liliana Bodoc  |  SUMA de letras
Para quien amó entrañablemente la Saga de los Confines y se dejó conmover con la sabiduría de Kush, la tibia valentía de Dulkancellin, la infinita entrega de Cucub, los lulus, el pueblo de pastores, las mujeres sirenas, los Bóreos y sus sabios astrónomos, la resistencia en las Tierras Antiguas… Acá, relatos de la Tierra del Sur, del glorioso Imperio del Sol y su recia y arrasada capital, la Beleram del pueblo zitzahay.
Para que sepamos qué fue de Cucub y de la gloriosa descendencia de Dulkancellin: el lacerante dolor de Nanahuatli, prisionera de dos mundos, y la impotencia de Tünghur, su lastimado esposo; de Kush, que enhebra un collar sin sentido junto a la Sombra, para torcer todavía algunos destinos de zozobra… De cómo alguna vez esta viejecita indómita pudo concebir al más grande guerrero y provocar el crecimiento de Kupuka, el más querido de los brujos de los confines. Para ver otra vez el amor casi inasible de Welenkín y Wilkilén, ahí, al borde de la eternidad. Para saber cómo nació la desconfianza de los lulus y su alejamiento y cuál fue el origen de la impiedad de Drimus y los vasallos del hijo de la Muerte. Para atestiguar la rebeldía de Aro y Vara en las Tierras Antiguas, y sufrir con el dolor de las nuberas.
Para que ese mundo siga latiendo y confortando, estos relatos hondos, de un tiempo arcano de luchas y esperanzas. Para dar cuenta de algunos inicios y dejar reverberando algunas historias que no queremos que terminen.

¿Qué decir?. Un Bodoc. Intenso. Cadencioso. Revelador e inasible al mismo tiempo. Pura lírica y amor.

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De «hacerse la cabeza» y otras obsesiones

“Café solo”
Andrea Ferrari  |   SM El Barco de Vapor (Rojo)

 

Una historia de equívocos y conjeturas. No: muchas historias. La que efectivamente ocurre, que involucra a Marcelo y Carla, amigos de siempre –ellos dicen ser primos, para que nadie presuma cosas-, a “Molesto”, el gato adoptado por Marcelo, y a Meli, la gatita de raza de la vecina de edificio, justo el día en que Meli desaparece para desesperación de su dueña y Marcelo sospecha que Molesto –tan huraño, tan desapegado desde que no vive con Fernando, desde que dejó de llamarse “Modesto”- tiene algo que ver y por eso organiza con Carla un viaje a Bella Vista, la incursión a la terraza, el “paseo” por la cornisa para rescatar a los felinos que ignoran qué presunciones generarán abajo.
Porque abajo, ahí mismo, -en medio del operativo rescate con bomberos, mediador, médicos- , y después, se tejerán al menos cinco historias que son pura conjetura, pura fantasía: que los chicos sobre la cornisa son “Romeo y Julieta”, viven un amor contrariado, están a punto de tirarse porque sus padres no aceptan la relación.
Seguiremos, de la mano de la chica del kiosco –la única que termina sabiendo la verdad de la boca de Carla- todas las versiones: la del periodista español, que para hacer su nota entrevista a Clori, que defiende versión romántica; la de la dueña del mercadito chino y su repositor; la del portero de la escuela a la que acuden los protagonistas; la del relojero; la de Fernando…
De cómo la subjetividad puede tejer inverosimilitudes con aspecto de verdad. De lo que puede el rumor. Y de lo divertido de tramar tanta tela con un solo hilito de tenue realidad. Desopilante (y según se mire, un poco preocupante: ¡cuánta paranoia para tan buenos vecinos!) Desde los doce (la edad de los protagonistas ¡bah!)

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Cuando los amigos abrigan y apoyan

“Tomás y las tijeras mágicas”
Ricardo Alcántara – Gusti Edelvives  |  Aladelta rojo

 

Tomás es un muñeco de madera. Tiene una nariz enorme pero no miente. Es amigo de una muñeca que solo dice mamá, de una pelota saltarina y de un tren. No tienen miedo, porque están juntos y duermen amuchaditos. El primero en despertar alerta a los demás a su manera: la pelota salta salta; la muñeca dice mamá insistentemente; -Tomas dice “Amigos, vamos a jugar. Y el tren…uy: un día despertó muy temprano y quedó conmovido con la luz del horizonte. Se desprendió de su pista redonda y se fue. La muñeca no quiso dejarlo solo ¡Qué desolados quedaron Tomás y la pelota! El, triste y malhumorado. Ella, quietecita y preocupada…y ocupada también. Porque se le ocurrió acercar los crayones con los que Tomás dibujó en un extremo a los viajeros, y en el otro a sí mismo y su amiguita redonda. Entonces aparecieron las tijeras mágicas y él supo qué hacer. Y además supo que las soluciones no vienen solas y los amigos tampoco. Pero que si no vienen, están ahí, en el corazón de uno
Yo no sé si las tijeras eran mágicas. No sé si el tren regresó. Sí sé que cortaron en pedacitos la tristeza de Tomás. ¡Qué bonita historia de amistad y qué fantásticas las témperas y los óleos que nos presentan a Tomás y amiguitos, ahí, al borde del río, con un horizonte luminoso detrás. Con ayudita, desde los siete.

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Versitos de agua y luna para encantar sapitos

“Encantado, dijo el sapo”
María Cristina Ramos – Virginia Piñón  |   ComunicArte  Col. Bicho Bolita

 

¡Ay, pupuchi, qué gozo este versicuento rimado y tejido con agua de charco con la gracia y la ternura que sólo María Cristina es capaz de obsequiar. Al charquito llega un sapo que se piensa príncipe hechizado. Cree que beso de rana que nada que ver con castillos y realeza le va a devolver su condición regia. Ranita –que es de charco, con papá que navegó en hojas de hiedra, pero bien sapo él- besa una flor de agua para que ese beso… para que ese beso…oh… ella espera sentadita sobre un hongo y sobre esta linda torre de versos. El final viene enseguida. Pero yo no te lo cuento. Preciosos los sapitos, la laguna, las totoras, las florecitas frescas que para vos dibujó Virginia Piñón. Para que lo reconozcas: libro cuadrado, grande, fondo negro con sapos y título en verde fluo. No pasará desapercibido. ¡¡¡¡Hay tanto para aprender del amor!!!. Para nenes desde los seis, con ayudita de abuelos enamorados.

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Te invito yo, con permiso de Gustavo, que anda de paseo por la constelación del dragón

“Piojo caminador”
Gustavo Roldán – Claudia Deglioumini  |  Edelvives PequeLETRAS

 

Piojo decide que si camina mucho va a llegar a alguna parte. Sapo le dice que todos se van a quedar muy solos. “Todos”, son todos los bichos del monte. Un montón. Pero se va igual, cuando nadie lo ve, o cuando cree que nadie lo ve. Ese día no hay canto en el monte, sólo el del piojo, que anima su marcha con un chamamé. Hasta que llega justito frente al hocico del jaguar, que lo esperaba -a él o a cualquiera- para matarlo.Te invito yo, con permiso de Gustavo El jaguar se dice fuerte y malo, y salvaje. Pero piojo, antes de morir, le a va contar no un cuento, sino dos. ¿Querés saber cuáles? ¿Querés saber si a jaguar le gustan los relatos? ¿Sobrevivirá piojo?. ¡Ah!. Ya sabés lo que tenés que hacer. El viaje es divertido. El libro está lleno de bichos del monte chaqueño y hay un jaguar que resulta una inusitada ternura con garras y hocico fiero. En mayúsculas grandooootas.

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Del mar y sus secretos de agua

“De agua no es”
María Cristina Ramos – Carolina Farías  |  Edelvives. PequeLETRAS

 

¿Se acuerdan de Roberto, el cangrejito que guardaba en secreto algo así como una lunita transparente?. Bueno, sus amigos Elisa, Bruna y Sebastián lo esperan en una vereda de arena para jugar al “¿Qué es?”. Lo que es se dibuja con esa lunita. Hasta que aparece el tero con revuelo de alas y se lleva el tesoro de dibujar adivinanzas. Menos mal que el mar regala una cáscara de nuez, la casa vacía de un caracol, una alfombra de pétalos… Seguro querrás saber a qué jugaron. Y si Roberto recuperará su secretito traslúcido. Leelo. Tiene grandes mayúsculas aunque sea un pequeLETRAS. Y unos dibujitos de cangrejitos, caracolas, olitas con espuma, teros arrebatadores, cielos marinos, que son un encanto. Una joyita este libro.

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Valentía, fuerza…¡¡¡y ganas!!

“Pequeño dragón aprende a volar”
Graciela Pérez Aguilar – Natalia Colombo  |  Edelvives. PequeLETRAS

 

Ha llegado la hora de las lecciones de vuelo. Mamá enseña: hay que prestar atención al corazón…ahí está la valentía. Papá apunta: atender a las alas, que allí está la fuerza. Mamá aporta: a no olvidar la cola, donde está el equilibrio. Y suben a la montaña. A Dragoncito le dan ganas de hacer pis, de tomar agua. Hay mucho viento…tiene frío No ve bien con el sol de frente…¡tiene hambre!. Mamá sospecha que lo que tiene es miedo, y termina la primera clase de vuelo.
Que sí. Que tiene miedo y que se lo confiesa a su amiga mariposa. Ella como si nada lo invita a jugar a saltar sobre piedras.. de una en una. De acá a una que está lejos…¡Sorpresa! Dragoncito regresa a casa volando. Volando y convencido de que a los papás se les olvidó que además de valentía, fuerza y equilibrio… había que tener GANAS .
Una delicia llena de colas, alas y llamaradas de dragón. Para peques que quieren aprender de todo. En mayúsculas desde el primer intento hasta el más audaz de los vuelos. Y con esos dibujos que ni te cuento.

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Para mamá…¡siempre los mejores!

“Cachorrito es el mejor”
Gabriela Keselman – Natalia Colombo  |  Edelvives PequeLETRA.

 

Cachorrito entró al zoo con una sonrisa de oreja a oreja (grande, porque tiene las orejas separadas). Pero poco a poco se fue poniendo tristón. Sus uñas –comidas encima- , no podían compararse con las garras del león. Sus dientitos eran nada al lado de los del cocodrilo (uno se le había caído, y para más ¡lo había perdido!). ¡Qué trompa la del elefante, y él con esa naricita de morondanga, y resfriada!. ¡Oh… la elegancia del ciervo, y él tan torpe .¡Qué tersas las plumas del cisne, y él con sus rulitos …no se peinaba desde hacía dos días. En fin. El puma, valiente. La jirafa, altísima. Se sintió mal y ni siquiera las lágrimas le salían. Pero mamá puso sonrisa de oreja a oreja, o sea una bien grandota, para aclararle que a la hora del baño, Cachorrito era más feroz que un tiburón. Que a la de dormir, parecía un loro . Que cuando estaba contento era más divertido que un mono. Que sus abrazos eran más grandes que los del oso. ¿Qué te parece que hace Cachorrito con esa lista interminable de sus muchas virtudes?. Una historia que parece la de cualquiera de nosotros, pero toda dibujada con animales muy graciosos, y contada con grandes mayúsculas, para que no te canses y de den ganas de seguir y seguir. Suavecita y llena de rulos (justo como los pelos de Cachorrito).

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